Algunas razones para no consumir drogas

© 2012 por Richard J. Eisner

 

Introducción

A continuación se detallan algunos puntos que creo que la gente, en especial la gente joven, debe tener en cuenta con respecto al consumo de drogas, sobre todo antes de empezar a consumirlas. Tal vez el mensaje sea más creíble proviniendo de mí, un inconformista y pensador libre.

 

1.      Ideas preliminares.

En primer lugar, ¿por qué consumirías drogas que no te haya recetado un médico, es decir, drogas recreativas? Lo haces para divertirte, para “volar”, para sentir placer. Por supuesto que eso solo no es una razón suficiente para hacerlo. Existen muchas cosas que te harían sentir bien pero que nunca harías. Por ejemplo, golpear a alguien que te molesta te gratificaría momentáneamente, aunque se suele evitar por temor a las consecuencias. De manera similar, el consumo de heroína o metanfetamina proporcionaría una gran sensación de placer al inicio, pero probablemente evitas hacerlo para proteger tu futuro. (Supongo que si estás considerando consumir drogas, estás pensando en las blandas.)

            Algunas actividades placenteras, como leer poesía, se alientan sin reservas porque conllevan otros beneficios y no presentan riesgos. El consumo de sustancias químicas, sin embargo, no encaja en esta categoría; aparte del placer, solo presenta riesgos. En este sentido cabe señalar que consumir drogas nunca es considerado como algo positivo ni como una ventaja para quien las consume. Es decir, nunca se ha escuchado a alguien decir: “José abandonó la escuela y no tiene trabajo; la buena noticia es que consume drogas”.

            Otra característica del uso de sustancias químicas que aumenta su riesgo es que puede ser una decisión irrevocable. Es decir, si nunca has consumido sustancias, siempre es posible que un día tomes la decisión de comenzar a hacerlo. Sin embargo, si consumes y luego decides que estarías mejor sin drogas, es posible que no puedas reparar el daño que te han causado: ya no podrás tomar una decisión sobre el tema con objetividad y libertad. Si decides que no quieres consumir drogas, es mucho más fácil sostener esa decisión antes de comenzar el consumo que después de hacerlo, cuando ya te haya comenzado a gustar o, tal vez, creado un hábito. Es por esto que comenzar a consumir drogas es mucho más fácil que dejar de hacerlo. Ahora, antes de empezar a consumir drogas, es el mejor momento para evaluar si el placer potencial vale más que sus riesgos. Para esto, presento las siguientes consideraciones que he recopilado a partir de mi propia experiencia.

 

2.      Consumir drogas probablemente hará que seas una persona menos productiva.

A continuación se detalla el modo significativo y a la vez sutil mediante el cual el consumo de sustancias químicas incide negativamente en la productividad personal. Se dice que la verdadera felicidad no es algo que pueda conseguirse buscándola directamente sino que se trata de una consecuencia de lograr otras cosas. Como ya he mencionado, la razón por la que consumimos drogas es que nos hacen sentir bien y producen placer, por lo menos durante un tiempo. Sin embargo, en gran medida es ahí donde yace el problema: al proporcionar una gratificación directa sin tener que hacer nada para conseguirla, desaparece la necesidad de luchar por alcanzar objetivos, una lucha necesaria para sentirse bien. El uso de sustancias nos arrebata la motivación para alcanzar nuestros sueños.

            A pesar de que algunos atajos son buenos, no todos lo son. Para muchas personas, los atajos que les proporcionan las sustancias para lograr placer equivalen a un pacto con el diablo; es decir, conduce rápidamente a un determinado fin, pero, a la larga, representan un costo más alto que su ganancia. Con el consumo de drogas, sacrificamos el logro de nuestras propias aspiraciones para conseguir placer de una manera más fácil, rápida y, en cierta medida, confiable. Hemos remplazado empedernidamente un método para sentirnos bien que requiere mayor esfuerzo por uno más sencillo. Sin embargo, es precisamente ese esfuerzo lo que se aprecia más porque nos trae lo que realmente valoramos. Alcanzar el placer de esta manera es una fuente de felicidad más duradera y sustanciosa.

           En cambio, la insatisfacción con nuestra vida es también un estímulo para superarnos. Con el consumo de drogas se adormecen los sentimientos de sinsabor y se destruye una motivación negativa importante.

           Paralelamente pregunto: ¿quiénes son tus héroes? Lo más probable es que si se trata de personas que han logrado cosas significativas, no abusaban de las drogas. Cualquier persona que sea una excepción a esta regla no logró ser productiva gracias al consumo de drogas sino a pesar de ello y, probablemente, habría sido más productiva si no las hubiese consumido.

           Hasta cierto punto, la pérdida de productividad hace que el consumo de sustancias químicas se convierta en un círculo vicioso. Con los años, gracias al consumo de drogas tenemos menos cosas buenas en nuestras vidas como resultado de nuestro propio esfuerzo. A medida que se incrementa nuestro déficit de logros, contamos cada vez con menos cosas en nuestras vidas para sentirnos bien que no sean drogas. Eso hace que dependamos de ellas cada vez más para obtener gratificación. Con el aumento en nuestra carencia de logros, también aumenta el dolor por esa pérdida; es decir, no solo aumenta nuestra dependencia de las drogas para sentir placer sino que también aumenta nuestra necesidad de que las drogas calmen un dolor psíquico que se torna cada vez más fuerte.

 

3.      El consumo de drogas afecta tu capacidad para sentir placer de manera natural.

Casi del mismo modo que al estimular el placer directamente con drogas se reduce la motivación para lograr tus ambiciones, también se limita el desarrollo de otras fuentes naturales más saludables y productivas para disfrutar del tiempo libre social, recreativa y culturalmente; tu mundo y tus posibilidades se limitan.

           Las drogas pueden convertirse en una especie de sustituto para la vida. Si consumes podrías descuidar el esfuerzo que implica “tener una vida”. Tener una vida no es una acción instantánea como presionar un botón o solicitarla por catálogo. La vida es algo que se debe construir y requiere tiempo y esfuerzo. Si consumes drogas y después de diez o veinte años decides dejarlas, también tendrás que desarrollar talentos personales y otras fuentes de satisfacción desde cero. Tendrás que recuperar el tiempo perdido. Aún así, no todo se puede compensar; cuanto más tiempo dejes pasar tanto mayor será la deficiencia.

           Este proceso—la pérdida de otras formas de diversión—puede ser parte de la dinámica que provoca la dependencia de las drogas. Cuanto más tiempo estés consumiendo drogas, más descuidarás las posibilidades de cultivar métodos alternativos para divertirte. Entonces, como los otros métodos comienzan a estar cada vez menos disponibles, ya sea por su falta de uso o porque no se han desarrollado, dependes cada vez más de la intoxicación para ocupar tu tiempo. El proceso es insidioso porque es gradual: no serás consciente de la situación hasta que ya haya pasado un tiempo considerable, irremplazable, que ya habrá causado demasiado daño.

           Sin embargo, el efecto adverso en tu vida en este sentido no es simplemente una cuestión mecánica o una situación de contar con menor cantidad de opciones recreativas disponibles. Un consumidor de drogas no puede recuperar la vida que tenía o que hubiera tenido simplemente dejando las drogas, aunque pudiera retomar todas sus otras actividades. El consumo de sustancias te cambia interiormente. No se trata simplemente de una diversión cualquiera sino de un sistema o método de diversión completamente diferente: directo, no indirecto. Y en virtud a nuestra composición fisiológica y psicológica, una vez que uno se acostumbra a obtener gratificación directa, se vuelve dependiente de esos métodos y pierde la capacidad de obtener esta gratificación de otra forma más natural, indirecta. Incluso se desarrolla una cierta impaciencia ante estos métodos indirectos, razón por la cual los consumidores de drogas tienden a descuidar otros pasatiempos. Es un poco como una relación romántica: cuando finaliza, por la mera razón de haber estado involucrado con una persona, se hace difícil sentir deseo por otra. Sin embargo, el fenómeno con las sustancias químicas es aún más omnipresente e incorregible ya que, si bien el primer amor es una persona, el consumo de drogas constituye una clase de experiencia completamente distinta. Es por eso que el consumidor de sustancias, incluso mucho tiempo después de haber dejado de consumir, tiene dificultades para sentir placer sin ellas y conserva un deseo reflexivo de consumir.

           Se ha debatido si los efectos son “físicos” o “psicológicos”. Esto, en cierta medida, es irrelevante porque el resultado neto es el mismo. No se debe subestimar el daño mental. Sin ser menor que el daño físico, el daño psicológico en sí mismo puede ser duradero y profundo. Por otra parte, mientras que la mente es en algunos aspectos fuerte y resistente, también puede ser frágil. Independientemente de lo fuerte que uno se sienta, con el consumo de sustancias químicas se está jugando con la mente y se corre el riesgo de causar alteraciones en ella sin darse cuenta. Además, es muy probable que cualquier cambio accidental sea para empeorar. Cuando se produzcan estas alteraciones, probablemente te arrepentirás de haber consumido drogas.

 

4.      El abuso de drogas puede afectar tu habilidad para encontrar alivio para los momentos difíciles de manera natural.

Del mismo modo en que la dependencia habitual del consumo de drogas con fines recreativos limita el desarrollo de las actividades recreativas naturales, el consumo regular de sustancias químicas para atravesar situaciones desagradables limita el desarrollo de técnicas naturales para superarlas. Además, las sustancias pueden dificultar la resolución de problemas personales y, en general, de funcionar eficientemente porque te aíslan de tus verdaderos sentimientos. Las emociones son una guía: nos indican cuando hay algo que no anda bien. Sin embargo, es difícil guiarse por las emociones si no las puede sentir.

           Además, así como la dependencia crónica de sustancias químicas para sentir alegría afecta tu capacidad de sentir placer de manera natural, existe un efecto homólogo en relación a la inhibición de sentimientos negativos. Normalmente, uno se acostumbra al estrés habitual y a la ansiedad de la vida y los maneja. Sin embargo, si durante un período largo has cubierto esas emociones desagradables con sustancias químicas, cuando dejas de consumir drogas esos sentimientos desagradables son abrumadores porque no has aprendido—o has olvidado—los métodos naturales para procesarlos. Por lo tanto, quienes abusan de las drogas durante mucho tiempo, aunque dejen de consumir sustancias químicas, pueden quedar emocionalmente afectados permanentemente, ser incapaces de sentir placer o de reducir el dolor mental sin drogas, a lo que se le añade el peso del deseo insatisfecho de consumir drogas . . . y, con esto, se explican una vez más los motivos por los que a muchos consumidores de drogas se les hace difícil dejarlas.

           En este sentido, sería útil tener en cuenta la diferencia entre el dolor físico y el dolor emocional. El dolor físico (el dolor en sí mismo, a diferencia de la capacidad para sentirlo) no suele ser deseable; no presenta un propósito útil y es mejor aliviarlo, si fuera necesario, con medicamentos. Por el contrario (con algunas excepciones tales como la depresión crónica y clínica de larga duración para las que un psiquiatra podría recomendar un tratamiento con ciertos antidepresivos específicos y fabricados para esto), el dolor emocional, a pesar de no desear padecerlo innecesariamente, presenta un objetivo útil y es mejor no aliviarlo con sustancias químicas. Solo al experimentarlo y sobrellevarlo hasta superarlo por uno mismo, o mediante la interacción con el medioambiente, se puede conocer el mundo, conocerse a uno mismo, aprender a vivir eficazmente y crecer como persona.

 

5.      El placer que ofrecen las drogas está sobrestimado; es casi una ilusión.

Como mencioné antes, la razón por la cual se abusa de las drogas puede sintetizarse en una palabra: placer. Todo lo negativo resultado del consumo de sustancias químicas constituye el precio por ese placer artificial. Sin embargo, cabe destacar lo siguiente: incluso a corto plazo, mientras consumes sustancias, la práctica conlleva un malestar considerable. Por lo regular, entre usos (en el mejor de los casos, en su mayoría), se genera un vacío, un espacio muerto, un tiempo de espera frustrante que se desperdicia anticipando la sensación del próximo uso que, cuando finalmente llega, es muy corta, decepcionante y parece no alcanzar las expectativas de la espera. Además, incluso con drogas más blandas como la marihuana, se manifiestan resacas sombrías con una sensación de agotamiento y falta de energía, una sensación muy desagradable. De hecho, otro problema con el consumo de sustancias como una actividad recreativa es que, a diferencia de otras formas de recreación o relajación, el consumo de drogas no te vigoriza sino que te agota. Por ejemplo, un objetivo importante de las vacaciones no es solo obtener placer y diversión sino recuperar energías—“recargar las baterías”—para volver al trabajo revitalizado y renovado. Sin embargo, el consumo de drogas durante las vacaciones tiende a provocar un efecto inverso: aunque lo disfrutes, luego estarás muy cansado, agotado y sentirás que necesitas otras vacaciones sin drogas para recuperarte antes de volver a trabajar. Este fenómeno ocurre, en menor escala, cada vez que usas drogas. (Y, por supuesto, esta es otra manera directa en la que el consumo de sustancias afecta tu productividad.)

           La naturaleza problemática e ilusoria de la sensación de júbilo con el consumo de drogas es aún mayor a largo plazo por las siguientes razones: el placer es muy intenso al principio, no solo al inicio de cualquier sesión de consumo de sustancias químicas sino, lo que es más importante, al iniciarte en el consumo de drogas. No mucho tiempo después de esa primera vez, comienzan a disminuir sus efectos . . . pasa la novedad. Consumes cada vez más drogas, pero disfrutas cada vez menos. Los consumidores de larga data generalmente se esfuerzan por revivir, recapturar la sensación que experimentaron la primera vez que consumieron o, por lo menos, la sensación que solían tener en una etapa previa en su vida, una sensación que siempre, de alguna manera u otra, parece escapárseles. Además, el consumo regular de sustancias químicas en general provoca un abismo en el que el consumidor termina consumiendo drogas, y no en busca de júbilo como al principio sino para sentirse bien, para calmar la depresión que pasa a convertirse en el estado de ánimo habitual. Esto ocurre en parte debido a que, a medida que se acumula el tiempo desperdiciado consumiendo drogas, junto con la baja en productividad y la pérdida de oportunidades que esto conlleva en su trabajo y en su vida personal, su arrepentimiento, su desilusión consigo mismo y su culpa se incrementan. Como resultado, cuando se consumen sustancias, decae progresivamente lo positivo e incrementa progresivamente lo negativo, hasta que lo positivo queda atrás y lo negativo lo supera.

           La mayoría de los consumidores de sustancias químicas de larga data se dan cuenta de que el período de sus vidas en el cual consumían drogas, por lo general, era bastante miserable. Paradójicamente, en su búsqueda de placer encontraron dolor.

           A pesar de ser conscientes de esto, los adictos en recuperación a menudo sufren recaídas. Esto puede explicarse en parte, y añadiendo un poco a los procesos discutidos previamente, con una profunda observación reciente de mi amigo James A. Bouchard: la gente tiende a recordar el placer y a olvidar el dolor. Para elaborar esta última teoría, uno podría sostener que cuando el adicto en recuperación, a pesar de todo el sufrimiento que ha padecido cuando consumía, se ve tentado a recaer, se está concentrando en los árboles exclusivamente y no en el (resto del) bosque. Los árboles son los mejores momentos, los momentos en los que lograba satisfacción con las sustancias químicas (o que creía que la lograba). Sin embargo, no se pueden vivir solo los árboles. Se debe vivir el bosque en su totalidad, con los árboles y con los espacios entre ellos, los grandes intervalos entre esos cortos momentos ocasionales de dicha absoluta. Estos intervalos son momentos muy tristes durante y con los cuales pagamos un precio realmente muy caro (y esto es solo una parte del costo) por alguno que otro momento de satisfacción. Cuando lo pones todo en la balanza, la vida sin drogas presenta ventajas sobre la vida con drogas, incluso cuando se trata de nuestro objetivo al consumirlas, placer o felicidad (por no hablar de valores como la productividad). Pensar de otra manera sería tener una perspectiva selectiva.

 

Conclusión

El hábito del consumo de drogas en general evoluciona insidiosamente desde un sentimiento placentero, tal vez con pocos efectos secundarios, a lo que, a fin de cuentas, es una sensación desagradable con efectos negativos abrumadores. Cuando uno comienza a consumir drogas por primera vez, puede considerarlas como una fuente inofensiva de relajación y placer sensual, como un masaje. Sin embargo, después de un tiempo, lo que comenzó como un masaje a menudo se convierte en la necesidad de rascarse una picazón: algo que se hace compulsivamente y no para lograr placer aunque, en cierta medida perversa, pueda producir una sensación agradable. Luego las consecuencias negativas son cada vez más graves. Una vez que tienes la piel lastimada, en carne viva o, incluso, con daños permanentes como cicatrices, este rascar constante comienza a afectar otros aspectos de tu vida, tales como participar en actividades sociales con amigos y familiares o salir en citas. Tampoco te encuentras en condiciones de ir a trabajar o de hacer el trabajo de la casa porque estás perdiendo demasiado tiempo en rascarte y en conseguir atención médica para tu piel lastimada. Es en ese momento cuando probablemente desearás deshacerte de la comezón. Sin embargo, no puedes. Ahora la comezón es permanente. E incluso si dejaras de rascarte (lo que resultaría muy difícil o, en algunos casos, imposible), sería difícil sentirte a gusto porque la comezón es constante. Si te dieras cuenta de que ese pequeño masaje agradable de hace un tiempo fue lo que generó este desorden crónico en la piel, probablemente te arrepentirás de aquel primer masaje.

           El consumo de drogas pude describirse como un intento de hacer trampa en la vida, buscar atajos, obtener los beneficios de la vida sin realizar el esfuerzo habitual; de conseguir algo sin dar nada a cambio. Este objetivo tiene sentido en teoría: si existiera un modo eficiente de lograrlo, sería algo razonable de hacer. Sin embargo, durante mi vasta experiencia con las drogas, la gran mayoría de los consumidores, tarde o temprano, llegan a la conclusión de que el placer que logran mediante las sustancias químicas tiene un costo demasiado alto en relación con el sufrimiento y la desgracia que les causó el hábito. Consumiendo sustancias se han engañado a sí mismos y han perdido la oportunidad de una vida más plena, más productiva, más feliz. Yo soy uno de ellos, y mi caso es leve. Los ejemplos más graves son indiscutiblemente historias de horror en las que las personas, si no pierden la vida, lo pierden casi todo y podrían también sufrir daños psicológicos y físicos permanentes.

           Si consumes drogas para alterar tu mente, permíteme dejarte con dos proverbios, uno ruso y otro estadounidense. El ruso: No importa qué tan lejos hayas ido por el camino equivocado, da la vuelta. El estadounidense: Para salir del pozo, primero deja de cavar.

           Si no has consumido drogas, considera que cuentas con una oportunidad maravillosa y única, la oportunidad de no comenzar.

 
 



© 2012 por Richard J. Eisner